El proceso de envejecimiento no se da de la misma manera en todo el mundo (CHACKIEL, J. 1999); en Latinoamérica dicho fenómeno ocurre de una manera mucho más rápida que en el mundo desarrollado. Mientras en Europa demoró entre 150 y 200 años, en Latinoamérica el mismo fenómeno se desarrolló entre 40 y 60 años; y a diferencia de Europa, Latinoamérica al envejecer es una sociedad empobrecida, con graves desigualdades en la distribución del ingreso. Puede afirmarse al respecto que Europa se enriqueció antes de envejecer mientras que América Latina envejece antes de enriquecerse.
Las consecuencias económicas del fenómeno del envejecimiento son serias, más aún si se prevé que éste se acentúe. Estos cambios en la estructura poblacional tienen y tendrán aún profundas repercusiones en la vida de la población. Social y económicamente el fenómeno del envejecimiento poblacional es un hecho importante que hay que tener en cuenta para una eficiente política de la vejez, de la salud, de la previsión social, de la economía y porque no de la educación tal como se analizará en el presente trabajo más adelante.
Los aumentos en esperanza de vida han hecho que cada vez se viva más años, pero el interrogante es si la calidad de vida de esos años ha ido en aumento, o por el contrario se vive más tiempo pero en condiciones de discapacidad, abandono y pobreza. Según (Peláez, Palloni y Ferrer, 1999), “la calidad de vida en la vejez es una consecuencia directa de las acciones y omisiones durante la vida. Las posibilidades de alcanzar o de sobrepasar los niveles proyectados de esperanza de vida, y la calidad de vida que se tenga durante ese tiempo, dependen de las oportunidades y privaciones que se tuvieron durante la vida, de los ambientes en que se creció, del capital social y económico adquirido, en síntesis, del cúmulo de experiencias vividas durante la infancia, la adolescencia y la edad adulta”.